"Si buscas un salmo para la salud, los textos sagrados ofrecen poderosas oraciones que puedes recitar para la salud de un niño, un hijo o cualquier ser querido. Un salmo para la salud de un familiar es una excelente manera de invocar protección divina y sanación. Especialmente en momentos de enfermedad, un salmo para la salud de un enfermo puede ser una fuente de consuelo y fortaleza. No solo se refiere a la salud física, sino también a la salud mental; un salmo para la salud mental es una herramienta valiosa para restaurar la paz interior. Si te interesa un salmo específico, el salmo para la salud 41 es especialmente reconocido por sus poderosas bendiciones. En momentos difíciles, recitar un salmo para la salud de una persona, como el salmo para la salud de mi hijo, puede ser una forma profunda de acercarse a la fe y pedir por la sanación."
Salmo 6:2-4
"Ten misericordia de mí, Señor Dios, porque estoy enfermo; sáname, Señor Dios, porque mis huesos se estremecen. Mi alma también está muy turbada; y tú, Señor Dios, hasta cuándo? Vuelve, Señor, libra mi alma; sálvame por tu misericordia."
SALMO 6
1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. En octava. Salmo de David.
2 Señor, no me reprendas por tu enojo
ni me castigues por tu indignación.
3 Ten piedad de mí, porque me faltan las fuerzas;
sáname, porque mis huesos se estremecen.
4 Mi alma está atormentada,
y tú, Señor, ¿hasta cuándo...?
5 Vuélvete, Señor, rescata mi vida,
sálvame por tu misericordia,
6 porque en la Muerte nadie se acuerda de ti,
¿y quién podrá alabarte en el Abismo?
7 Estoy agotado de tanto gemir:
cada noche empapo mi lecho con llanto,
inundo de lágrimas mi cama.
8 Mis ojos están extenuados por el pesar
y envejecidos a causa de la opresión.
9 Apártense de mí todos los malvados,
porque el Señor ha oído mis sollozos.
10 El Señor ha escuchado mi súplica,
el Señor ha aceptado mi plegaria.
11 ¡Que caiga sobre mis enemigos la confusión y el terror,
y en un instante retrocedan avergonzados!
Salmo 30:2-3
SALMO 30
1 Salmo Canto para la Dedicación del Templo. De David.
2 Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
3 Señor, Dios mío, clamé a ti y tú me sanaste.
4 Tú, Señor, me levantaste del Abismo
y me hiciste revivir,
cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.
5 Canten al Señor, sus fieles;
den gracias a su santo Nombre,
6 porque su enojo dura un instante,
y su bondad, toda la vida:
si por la noche se derraman lágrimas,
por la mañana renace la alegría.
7 Yo pensaba muy confiado:
«Nada me hará vacilar».
8 Pero eras tú, Señor, con tu gracia,
el que me afirmaba sobre fuertes montañas,
y apenas ocultaste tu rostro,
quedé conturbado.
9 Entonces te invoqué, Señor,
e imploré tu bondad:
10 «¿Qué se ganará con mi muerte
o con que yo baje al sepulcro?
¿Acaso el polvo te alabará
o proclamará tu fidelidad?
11 Escucha, Señor, ten piedad de mí;
ven a ayudarme, Señor».
12 Tú convertiste mi lamento en júbilo,
me quitaste el luto y me vestiste de fiesta,
13 para que mi corazón te cante sin cesar.
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!
Salmo 41:3
"Señor Dios lo sustentará sobre el lecho del dolor; aliviarás tú toda su enfermedad."
SALMO 41
1 Del maestro de coro. Salmo de David.
2 Feliz el que se ocupa del débil y del pobre:
el Señor lo librará en el momento del peligro.
3 El Señor lo protegerá y le dará larga vida,
lo hará dichoso en la tierra
y no lo entregará a la avidez de sus enemigos.
4 El Señor lo sostendrá en su lecho de dolor
y le devolverá la salud.
5 Yo dije: «Ten piedad de mí, Señor,
sáname, porque pequé contra ti».
6 Mis enemigos sólo me auguran desgracias:
«¿Cuándo se morirá y desaparecerá su nombre?».
7 Si alguien me visita, habla con falsedad,
recoge malas noticias y las divulga al salir.
8 Mis adversarios se juntan para murmurar contra mí,
y me culpan de los males que padezco, diciendo:
9 «Una enfermedad incurable ha caído sobre él;
ese que está postrado no volverá a levantarse».
10 Hasta mi amigo más íntimo, en quien yo confiaba,
el que comió mi pan, se puso contra mí.
11 Pero tú, Señor, ten piedad de mí;
levántame y les daré su merecido.
12 En esto reconozco que tú me amas,
en que mi enemigo no canta victoria sobre mí.
13 Tú me sostuviste a causa de mi integridad,
y me mantienes para siempre en tu presencia.
14 ¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel,
desde siempre y para siempre!
¡Amén! ¡Amén!
Salmo 103:2-3
"Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias."
SALMO 103
1 De David.
Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
2 bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.
3 El perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
4 rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura;
5 él colma tu vida de bienes,
y tu juventud se renueva como el águila.
6 El Señor hace obras de justicia
y otorga el derecho a los oprimidos;
7 él mostró sus caminos a Moisés
y sus proezas al pueblo de Israel.
8 El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
9 no acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente;
10 no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.
11 Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,
así de inmenso es su amor por os que lo temen;
12 cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.
13 Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles;
14 él conoce de qué estamos hechos,
sabe muy bien que no somos más que polvo.
15 Los días del hombre son como la hierba:
él florece como las flores del campo;
16 las roza el viento, y ya no existen más,
ni el sitio donde estaban las verá otra vez.
17 Pero el amor del Señor permanece para siempre,
y su justicia llega hasta los hijos y los nietos
18 de los que lo temen y observan su alianza,
de los que recuerdan sus preceptos y los cumplen.
19 El Señor puso su trono en el cielo,
y su realeza gobierna el universo.
20 ¡Bendigan al Señor, todos sus ángeles,
los fuertes guerreros que cumplen sus órdenes
apenas oyen la voz de su palabra!
21 ¡Bendigan al Señor, todos sus ejércitos,
sus servidores, los que cumplen su voluntad!
22 ¡Bendíganlo todas sus obras,
en todos los lugares donde ejerce su dominio!
¡Bendice al Señor, alma mía!
Salmo 147:3
"El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas."
SALMO 147
1 ¡Aleluya!
¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios,
qué agradable y merecida es su alabanza!
2 El Señor reconstruye a Jerusalén
y congrega a los dispersos de Israel;
3 sana a los que están afligidos
y les venda las heridas.
4 El cuenta el número de las estrellas
y llama a cada una por su nombre:
5 nuestro Señor es grande y poderoso,
su inteligencia no tiene medida.
6 El Señor eleva a los oprimidos
y humilla a los malvados hasta el polvo.
7 Respondan al Señor dándole gracias,
toquen la cítara para nuestro Dios.
8 El cubre el cielo de nubes
y provee de lluvia a la tierra;
hace brotar la hierba en las montañas
y las plantas para provecho del hombre;
9 dispensa su alimento al ganado,
y a los pichones de cuervo que claman a él.
10 No le agrada el vigor de los caballos
ni valora los músculos del hombre:
11 el Señor ama a los que lo temen
y a los que esperan en su misericordia.
12 ¡Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión!
13 El reforzó los cerrojos de tus puertas
y bendijo a tus hijos dentro de ti;
14 él asegura la paz en tus fronteras
y te sacia con lo mejor del trigo.
15 Envía su mensaje a la tierra,
su palabra corre velozmente;
16 reparte la nieve como lana
y esparce la escarcha como ceniza.
17 El arroja su hielo como migas,
y las aguas se congelan por el frío;
18 da una orden y se derriten,
hace soplar su viento y corren las aguas.
19 Revela su palabra a Jacob,
sus preceptos y mandatos a Israel:
20 a ningún otro pueblo trató así
ni le dio a conocer sus mandamientos.
¡Aleluya!