Los salmos de protección son poderosas oraciones que brindan seguridad y fortaleza en momentos de necesidad. Entre ellos, el salmo de protección 121 es especialmente conocido por su capacidad para protegernos contra el mal, guiándonos en todo momento. Para aquellos que buscan paz y tranquilidad mientras duermen, los salmos de protección para dormir ofrecen un consuelo profundo. Además, los salmos de protección para los hijos son fundamentales para resguardar a la familia y asegurar su bienestar. Para el hogar, los salmos de protección para hogar y familia crean un ambiente lleno de paz y armonía, protegiendo a todos sus miembros. Frente a adversidades, los salmos de protección contra los enemigos nos brindan el coraje necesario para enfrentarlos con fe. Si prefieres escuchar estas poderosas oraciones, los salmos de protección en audio son una excelente opción para recibir su bendición en cualquier momento. Entre los más populares, el salmo de protección 91 es conocido por su gran poder para protegernos de toda adversidad, incluidos peligros como la brujería. Incorporar estos salmos en tu vida puede ser una herramienta poderosa para mantenernos protegidos en todo momento.
SALMO 125
SALMO 125
1 Canto de peregrinación.
Los que confían en el Señor
son como el monte Sión,
que permanece inconmovible para siempre.
2 Jerusalén está rodeada de montañas:
así rodea el Señor a su pueblo,
desde ahora y para siempre.
3 No permanecerá el cetro de los malvados
sobre la herencia de los justos;
no sea que también los justos
inclinen sus manos a la maldad.
4 Colma de bienes, Señor,
a los buenos y a los rectos de corazón.
5 ¡Que el Señor haga ir con los malvados
a los que se desvían por camino tortuosos!
¡Paz a Israel!
SALMO 18
SALMO 18
1 Del maestro de coro. De David, el servidor del Señor, que dirigió al Señor las palabras de este canto, cuando él lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.
2 Dijo:
Yo te amo, Señor, mi fuerza,
3 Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador,
mi Dios, el peñasco en que me refugio,
mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
4 Invoqué al Señor, que es digno de alabanza
y quedé a salvo de mis enemigos.
5 Las olas de la Muerte me envolvieron,
me aterraron los torrentes devastadores,
6 me cercaron los lazos del Abismo,
las redes de la Muerte llegaron hasta mí,
7 Pero en mi angustia invoqué al Señor,
grité a mi Dios pidiendo auxilio,
y él escuchó mi voz desde su Templo,
mi grito llegó hasta sus oídos.
8 Entonces tembló y se tambaleó la tierra;
vacilaron los fundamentos de las montañas, y
se conmovieron a causa de su furor;
9 de su nariz se alzó una humareda,
de su boca, un fuego abrasador,
y arrojaba carbones encendidos.
10 El Señor inclinó el cielo, y descendió
con un espeso nubarrón bajo sus pies;
11 montó en el Querubín y emprendió vuelo,
planeando sobre las alas del viento.
12 Se envolvió en un manto de tinieblas;
un oscuro aguacero y espesas nubes
lo cubrían como un toldo;
13 las nubes se deshicieron en granizo y centellas
al fulgor de su presencia.
14 El Señor tronaba desde el cielo,
el Altísimo hacía oír su voz;
15 arrojó sus flechas y los dispersó,
multiplicó sus rayos y sembró la confusión.
16 Al proferir tus amenazas, Señor,
al soplar el vendaval de tu ira,
aparecieron los cauces del mar
y quedaron a la vista los cimientos.
17 El tendió su mano desde lo alto y me tomó,
me sacó de las aguas caudalosas;
18 me libró de mi enemigo poderoso,
de adversarios más fuertes que yo.
19 Ellos me enfrentaron en un día nefasto,
pero el Señor fue mi apoyo:
20 me sacó a un lugar espacioso,
me libró, porque me ama.
21 El Señor me recompensó por mi justicia,
me retribuyó por la inocencia de mis manos:
22 porque seguí fielmente los caminos del Señor,
y no me aparté de mi Dios, haciendo el mal;
23 porque tengo presente todas sus decisiones
y nunca me alejé de sus preceptos.
24 Tuve ante él una conducta irreprochable
y me esforcé por no ofenderlo.
25 El Señor me premió, porque yo era justo
y mis manos eran inocentes a sus ojos.
26 Tú eres bondadoso con los buenos
y eres íntegro con el hombre intachable;
27 eres sincero con los que son sinceros
y te muestras astuto con los falsos.
28 Porque tú salvas al pueblo oprimido
y humillas los ojos altaneros;
29 tú eres mi lámpara, Señor;
Dios mío, tú iluminas mis tinieblas.
30 Contigo puedo asaltar una muralla;
con mi Dios, puedo escalar cualquier muralla.
31 El camino de Dios es perfecto,
la promesa del Señor es digna de confianza.
El Señor es un escudo para los que se refugian en él,
32 porque ¿quién es Dios fuera del Señor?
¿y quién es la Roca fuera de nuestro Dios?
33 El es el Dios que me ciñe de valor
y hace intachable mi camino;
34 el que me da la rapidez de un ciervo
y me afianza en las alturas;
35 el que adiestra mis manos para la guerra
y mis brazos para tender el arco de bronce.
36 Me entregaste tu escudo victorioso
y tu mano derecha me sostuvo:
me engrandeciste con tu triunfo,
37 me hiciste dar largos pasos,
y no se doblaron mis tobillos.
38 Perseguí y alcancé a mis enemigos,
no me volví hasta que fueron aniquilados;
39 los derroté y no pudieron rehacerse,
quedaron abatidos bajo mis pies.
40 Tú me ceñiste de valor para la lucha,
doblegaste ante mí a mis agresores;
41 pusiste en fuga a mis enemigos,
y yo exterminé a mis adversarios.
42 Imploraron, pero nadie los salvó;
gritaban al Señor, pero no les respondía.
43 Los deshice como polvo barrido por el viento,
los pisé como el barro de las calles.
44 Tú me libraste de un ejército incontable
y me pusiste al frente de naciones:
pueblos extraños son mis vasallos.
45 Gente extranjera me rinde pleitesía;
apenas me oyen nombrar, me prestan obediencia.
46 Los extranjeros palidecen ante mí
y, temblando, abandonan sus refugios.
47 ¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca!
¡Glorificado sea el Dios de mi salvación,
48 el Dios que venga mis agravios
y pone a los pueblos a mis pies!
49 Tú me liberas de mis enemigos,
me haces triunfar de mis agresores
y me libras del hombre violento.
50 Por eso te alabaré entre las naciones
y cantaré, Señor, en honor de tu Nombre.
51 El concede grandes victorias a su rey
y trata con fidelidad a su Ungido,
a David y a su descendencia para siempre.
SALMO 32
SALMO 32
1 De David. Poema.
¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado
y liberado de su falta!
2 ¡Feliz el hombre a quien el Señor
no le tiene en cuenta las culpas,
y en cuyo espíritu no hay doblez!
3 Mientras me quedé callado,
mis huesos se consumían entre continuos lamentos,
4 porque de día y de noche tu mano pesaba sobre mí;
mi savia se secaba por los ardores del verano.
5 Pero yo reconocí mi pecado,
no te escondí mi culpa,
pensando: «Confesaré mis faltas al Señor».
¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado!
6 Por eso, que todos tus fieles te supliquen
en el momento de la angustia;
y cuando irrumpan las aguas caudalosas
no llegarán hasta ellos.
7 Tú eres mi refugio,
tú me libras de los peligros
y me colmas con la alegría de la salvación.
8 Yo te instruiré,
te enseñaré el camino que debes seguir;
con los ojos puestos en ti, seré tu consejero.
9 No sean irracionales como el caballo y la mula,
cuyo brío hay que contener con el bozal y el freno
para poder acercarse.
10 ¡Cuántos son los tormentos del malvado!
Pero el Señor cubrirá con su amor
al que confía en él.
11 ¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos!
¡Canten jubilosos los rectos de corazón!
SALMO 91
SALMO 91
1 Tú que vives al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Todopoderoso,
2 di al Señor: «Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío».
3 El te librará de la red del cazador
y de la peste perniciosa;
4 te cubrirá con sus plumas,
y hallarás un refugio bajo sus alas.
5 No temerás los terrores de la noche,
ni la flecha que vuela de día,
6 ni la peste que acecha en las tinieblas,
ni la plaga que devasta a pleno sol.
7 Aunque caigan mil a tu izquierda
y diez mil a tu derecha,
tú no serás alcanzado:
4c su brazo es escudo y coraza.
8 Con sólo dirigir una mirada,
verás el castigo de los malos,
9 porque hiciste del Señor tu refugio
y pusiste como defensa al Altísimo.
10 No te alcanzará ningún mal,
ninguna plaga se acercará a tu carpa,
11 porque hiciste del Señor tu refugio
y pusiste como defensa al Altísimo
12 Ellos te llevarán en sus manos
para que no tropieces contra ninguna piedra;
13 caminarás sobre leones y víboras,
pisotearás cachorros de león y serpientes.
14 «El se entregó a mí,
por eso, yo lo glorificaré;
lo protegeré, porque conoce mi Nombre;
15 me invocará, y yo le responderé.
Estará con él en el peligro,
lo defenderé y lo glorificaré;
16 le haré gozar de una larga vida
y le haré ver mi salvación».
SALMO 139
SALMO 139
1 Del maestro de coro. De David. Salmo.
Señor, tú me sondeas y me conoces
2 tú sabes si me siento o me levanto;
de lejos percibes lo que pienso,
3 te das cuenta si camino o si descanso,
y todos mis pasos te son familiares.
4 Antes que la palabra esté en mi lengua,
tú, Señor, la conoces plenamente;
5 me rodeas por detrás y por delante
y tienes puesta tu mano sobre mí;
6 una ciencia tan admirable me sobrepasa:
es tan alta que no puedo alcanzarla.
7 ¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu?
¿A dónde huiré de tu presencia?
8 Si subo al cielo, allí estás tú;
si me tiendo en el Abismo, estás presente.
9 Si tomara las alas de la aurora
y fuera a habitar en los confines del mar,
10 también allí me llevaría tu mano
y me sostendría tu derecha.
11 Si dijera: «¡Que me cubran las tinieblas
y la luz sea como la noche a mi alrededor!»,
12 las tinieblas no serían oscuras para ti
y la noche será clara como el día.
13 Tú creaste mis entrañas,
me plasmaste en el seno de mi madre:
14 te doy gracias porque fui formado
de manera tan admirable.
¡Qué maravillosas son tus obras!
Tú conocías hasta el fondo de mi alma
15 y nada de mi ser se te ocultaba,
cuando yo era formado en lo secreto,
cuando era tejido en lo profundo de la tierra.
16 Tus ojos ya veían mis acciones,
todas ellas estaban en tu Libro;
mis días estaban escritos y señalados,
antes que uno solo de ellos existiera.
17 ¡Qué difíciles son para mí tus designios!
¡Y qué inmenso, Dios mío, es el conjunto de ellos!
18 Si me pongo a contarlos,
son más que la arena;
y si terminara de hacerlo,
aún entonces seguiría a tu lado.
19 ¡Ojalá, Dios mío, hicieras morir a los malvados
y se apartaran de mí los hombres sanguinarios,
20 esos que hablan de ti con perfidia
y en vano se rebelan contra ti!
21 ¿Acaso yo no odio a los que te odian
y aborrezco a los que te desprecian?
22 Yo los detesto implacablemente,
y son para mí verdaderos enemigos.
23 Sondéame, Dios mío, y penetra mi interior;
examíname y conoce los que pienso;
24 observa si estoy en un camino falso
y llévame por el camino eterno.
SALMO 27
SALMO 27
1 De David.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?
2 Cuando se alzaron contra mí los malvados
para devorar mi carne,
fueron ellos, mis adversarios y enemigos,
los que tropezaron y cayeron.
3 Aunque acampe contra mí un ejército,
mi corazón no temerá;
aunque estalle una guerra contra mí,
no perderé la confianza.
4 Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo.
5 Sí, él me cobijará en su Tienda de campaña
en el momento del peligro;
me ocultará al amparo de su Carpa
y me afirmará sobre una roca.
6 Por eso tengo erguida mi cabeza
frente al enemigo que me hostiga;
ofreceré en su Carpa sacrificios jubilosos,
y cantaré himnos al Señor.
7 ¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz,
apiádate de mí y respóndeme!
8 Mi corazón sabe que dijiste:
«Busquen mi rostro».
Yo busco tu rostro, Señor,
9 no lo apartes de mí.
No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda;
no me dejes ni me abandones,
mi Dios y mi salvador.
10 Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me recibirá.
11 Indícame, Señor, tu camino
y guíame por un sendero llano,
12 No me entregues a la furia de mis adversarios,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
hombres que respiran violencia.
13 Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
14 Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.